Trabajo Anual
Grupo de Escuderos y Damitas
Tabla N° 1 17 de Solitarios de Buenos Aires “Participación En Cuarentena”
Introducción
Como grupo, hemos retomado este año el tema Participación. En nuestro trabajo anterior trabajamos nuestra participación interior y exterior.
Ante este cambio inesperado que nos sitúa frente a una pandemia, decidimos retomar el tema para reconocernos frente a esta situación e ir encontrando el sentido de participación en esta nueva circunstancia de vida, que representa un nuevo aprendizaje compartido con toda Ia humanidad.
Nos reunimos dos veces para conversar sobre el tema y basados en esas conversaciones y en el cuestionario que se detalla debajo, los hijos e hijas realizaron sus aportes.
¿Cómo vivo la circunstancia que me toca vivir?
¿Cuál es mi predisposición interior al cambio?
¿Cuál es mi predisposición a la incertidumbre?
¿Cómo vivo la postergación?
¿Tengo flexibilidad interior o me aferro a mis caprichos?
¿Cómo vivo Ia soledad en el aislamiento y en la incertidumbre de saber cuándo va a cambiar esta condición?
¿Pienso en los demás?
¿Qué hago por el resto?, ¿tengo presentes a los que sufren?
¿Genero más dolor con mi sufrimiento?
¿A qué me estoy aferrando para sortear este mal tiempo?
¿Cómo asisto a mi entorno?
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Debajo, se transcriben los aportes de los hijos e hijas:
Vivo esta circunstancia que nos toca vivir como una aceptación constante con algunos días más o menos positivos que otros. Trato de estar predispuesta cada día que comienza aunque a veces es difícil por la incertidumbre constante de qué sucederá o cuándo terminará todo esto pero en el mientras tanto hago lo posible por estar bien, con energías para poder transmitir eso a los demás.
Agradezco cada día por tener trabajo al margen de tener una mayor exposición constante pero pienso en las personas que perdieron su trabajo y están en una situación crítica.
Creo que en este tiempo he pasado por varios momentos que he tratado de no expresarlos y transmitir alegría, más con los familiares y personas queridas que están lejos para poder acompañar desde otra mirada.
Espacio para procesar lo que nos pasa, espacio de descanso.
Estoy desafiada todo el tiempo, mis angustias y miedos son los de todos, empatizar con los demás me desafía todo el tiempo, a veces puedo y a veces no puedo.
Es un tiempo de mucha incertidumbre, no hay un panorama claro, vivo el día a día, hacer base en el día, en un momento no se puede con tanto aislamiento e incertidumbre.
Dónde uno pone el foco, cómo lo transita, oportunidad para poner un freno a la vorágine cotidiana, lo cotidiano nos toma y esto hizo que pudiera canalizar mi energía en otra dimensión, hacer silencio para escuchar mejor.
Bajo estas circunstancias soy más de acción, cómo prevenir, cómo ayudar, más en lo operativo, no me dio elementos para el pánico, para estar asustada, considero que eso no ayuda, ser consciente, tomar medidas, insisto estoy en una situación privilegiada.
No me puse a pensar en la cuarentena, simplemente la cumplo, traté de buscar no estar ocioso, traté de ver si en esto que nos toca vivir a la fuerza se vislumbra algún cambio, me pongo en el lugar de los que están pasando mal, uno que está encerrado, no dimensiona el efecto desbastador de Ia cuarentena.
Me siento favorecido por no tener que desplazarme, es como que el día se aprovecha más. No llego tan fusilado a la noche, me da tiempo para compartir con mi hijo. He podido asistir a mis sobrinos, los vínculos familiares son más intensos, la comunicación ha mejorado, con la tecnología uno está presente sin estar presente.
Pensé que esto iba a ser algo que nos iba a hacer tomar consciencia. No creo que haya cambios, no un cambio sustancial, en la conciencia de la gente.
Yo me siento un privilegiado dentro de la realidad de lo que veo, atiendo las cuestiones que llegan al ministerio, uno ve el sufrimiento que causa el Covid, veo la injusticia, gente que cierra sus comercios, vende sus propiedades, injusticias con los trabajadores, desde el ministerio la respuesta del estado es nula.
Pensé que es la oportunidad para poner mi mente en quienes me rodean, yo me preguntaba dónde están mis pensamientos, pienso en lo que me pasa, hay gente que sufre muchísimo, tengo Ia idea de que el tesoro de la vida interior es lo que uno puede brindar, es desarrollar Ia capacidad de amar, sino puedo hacer algo por el otro no sirve para nada.
Soy coherente con el ideal que abracé.
En casa notamos que hay mucha gente sin trabajo, cada vez pasa más gente vendiendo cosas, no siempre uno les puede comprar, lo que empezamos a hacer, es ofrecer alimentos no perecederos, es una alternativa práctica y concreta.
Me pareció buena idea, estoy trabajando sobre las preguntas que Leopoldo hizo en las reuniones, estoy en el día a día, si me proyecto.
Hay tanta gente en los parques y prefiero no calentarme, no todos están en mi camino, no todos pueden canalizar esta energía, somos muchos en este espacio, trato de no intervenir para ser armónica, para brindar algo positivo, no empeorar las situaciones, estoy limando asperezas, para no generar más roces.
Pongo en palabras lo que me pasó, fue amoldarme a una situación nueva de trabajo, en un principio estaba tan Ileno de rutinas, que no tenía tiempo para pensar este tipo de cosas, luego, fue tan largo que estos pensamientos Ilegaron, me fui haciendo este tipo de preguntas, para mí sí hubo un cambio, fuerte e interior, no vivo con mi familia hace medio año, fue un quiebre, me permitió acercarme mas al método de lo que lo hacía antes, hace 10 años que no lograba meditar frecuentemente, este tiempo pude lograrlo.
Cuando hablamos qué cambios nos generó Ia cuarentena, uno habla de lo de afuera, adentro fue una revolución importantísima, tampoco va a ser lo mismo hacia afuera, costumbres de cosas que hacía en Ia calle, las tuve que hacer en el interior, se fueron amoldando y no acotadas a tiempo y lugares específicos, no puedo referenciar mi experiencia a otras personas.
Es uno como vector de Ia enfermedad, uno no se cuida por uno sino por aquellos con los que debe estar en contacto.
Desde marzo, que no veo a mi familia, vivencié cómo se va desarticulando la ansiedad, por ejemplo; cuando uno salga de esto va a salir distinto, desarmado de las estructuras, eso da poder, te transforma.
Esta vivencia, es lo que uno le pone, como toda experiencia en la vida una Ia pueda potenciar o hacer que discurra que no pase nada.
Mis pacientes, estaban como de vacaciones, después, al empezar a vivenciar como terapeuta fue una experiencia enriquecedora, hice el acompañamiento desde un lugar muy distinto, de una forma más amorosa.
¿En esta instancia en la que nos han quitado los apoyos externos, logramos encontrar los apoyos internos?
El hijo debe encontrar Ia presencia de Ia DM en su corazón, si no logramos encontrar ese apoyo, desde lo humano, uno se siente desolado; está bueno para pensar si logramos encontrar ese apoyo.
Me parece que la vida, todo el tiempo te quita cosas, me tocó hacer duelo en cuarentena. Hay gente que muere por otras cosas.
La vida nos saca cosas, en otros momentos fueron otras cosas, ayuda tener una mirada expansiva, no perder energía en lo que nos toca vivir, ahora, cada uno vive pequeñas grandes tragedias, algunos con más herramientas o mejor armados, el gran desafío es mirar desde más lejos, Ia perspectiva que se adquiere mirando desde del cosmos, lo
insignificante y grandiosa que puede ser Ia vida humana, es cuestión de perspectiva y punto de referencia. Nos pone frente a Ia vulnerabilidad como seres humanos, algo invisible puede terminar con Ia humanidad, esto subyace en lo que nos pasa, los miedos, las incertidumbres, estamos frente a un enemigo que puede cambiar mi vida.
Concuerdo con lo que dicen, los humanos pasamos peores situaciones, la medicina no era lo que es ahora, una infección te mataba, a nosotros nos toca vivir una situación dada, en otras ciudades, uno no sabe qué va a pasar, las situaciones son variables y aleatorias. Si uno tiene una expectativa, cualquier cosa es difícil sostener en el tiempo en Argentina, Ia desesperación de las personas es por Ia falta de futuro, todos sabemos que pendemos de un hilo, lo peor viene después de la cuarentena, no miro noticias, es como tomar cianuro todos los días, no hay prudencia o sensatez en lo que pasa, lo veo en la calle, es una desolación, han cerrado cientos de locales, es una desolación, entonces uno empieza a ver esas cosas. Son esas líneas de flotación que se van perdiendo, implica todo lo que viene cuando la gente se queda sin trabajo, pasa por ahí la desolación, perdón por estar pesimista.
Es importante ver Ia realidad, hay gente que no puede pagar sus alquileres, Ia pérdida del poder adquisitivo ha sido muy grande, cuando quiera volver a la normalidad, los gastos de la vida de uno, no los puede hacer, qué queda para los que han perdido sus ingresos, rescato la oración en estos tiempos, veo que puedo hacer más, esta situación da para vivir orando.
Coincido en casi todo lo que dijeron, va a ser importante cómo lo ponemos en práctica en la post pandemia, cómo vamos a volcar nosotros el trabajo interior, nos brinda una buena oportunidad para ver qué va a poder hacer uno desde su lugar.
Me parece importante, no creo que tengas una postura pesimista, todos estamos inmersos en esta realidad.
Esta circunstancia que nos toca vivir modifica totalmente las expectativas que teníamos en todos los aspectos de nuestra vida.
Estoy tranquilo, si bien hay días y días, estoy en paz.
Me focalizo en el método y en el día. Hago mucha actividad física para mantener Ia mente enfocada y el cuerpo sano.
Estoy consciente de que no se pueden cumplir mis expectativas y estoy abierto al devenir.
No es un momento para programar nada, pero sí es un buen momento para hacer una introspección profunda y analizar dónde estoy parado y cómo corregir el rumbo. Es el momento de plantear futuros cambios en escenarios desconocidos. Es tiempo para reinventarse.
Vivo la postergación con aceptación. Es momento de trabajo interior de mirar para adentro y de ver lo sutil a través de lo evidente.
Es momento de cautela y de tranquilidad, de pensar cada paso a dar. Así como de plantearse nuevas metas, más conscientes y más amorosas.
Es extraño esto de vivir en una ciudad enorme y estar aislados, pero la soledad suele ser buena compañera para el trabajo interior, para la introspección.
Pienso en los demás, por algunos rezo, con otros me comunico, trato de ser respetuoso y de no apabullar a otros con mis estados anímicos. Trato de contener al que está mal. Escucho a los otros, generalmente las personas quieren ser escuchadas.
Hay tanta soledad y aislamiento que necesitamos el diálogo sincero.
Estuve reflexionando sobre lo que se dijo. Fundamentalmente lo que comentaban sobre eso y bueno.
El desafío del trabajo es vivir algo distinto, está bueno pararse en otro lado y poder vivir las cosas de otra manera para ampliar Ia transferencia.
Me pasa algo parecido, me fijo si estoy armónica, como para vivenciar para una mejor relación. Si en mi entorno cercano no soy armónico, cómo voy a poder afrontar Ia apertura en los otros ámbitos.
Estuve pensando que necesito muy poco para Ia vida. Podes estar con el trabajo en casa, me doy cuenta que necesito poco para vivir y que Ia clave es estar presente en este momento, tratar de mejorar Ia respuesta, de ayudar y acompañar desde otro lugar.
Estar en casa y en introspección, vivir, mi trabajo en Ia mejor forma posible tratando de estar en el centro.
Es difícil Ilegar a la conclusión de qué es ser armónico, dar respuestas desde el amor, con acompañar desde otro lugar.
Creo que en este situación, yo vivo solo, eventualmente viene mi hijo, no tengo las exigencias que tienen los que están con los chicos chiquitos.
Es intenso cuando hay nenes pequeños. Creo que el hartazgo pasa por tanto tiempo de cuarentena, que Ia gente la hizo convencida, uno hizo un esfuerzo y lo alcanzó.
En mi caso en Ia cuarentena no me martiricé, me gusta estar en case, puedo trabajar desde acá, cuando hay trabajo no tengo momento para aburrirme.
Cuando no hay trabajo, me busco algo pare hacer, limitado con el espacio y con Ia convivencia sin generar ruidos molestos.
Ayer salí, veíamos muchísima aglomeración de gente, estábamos caminando, pero era imposible estar en la plaza.
Pensaba, éste es el gran problema de esta ciudad, poco espacio y mucha gente. Me surgió la crítica y me pareció que la crítica estaba fuera de lugar. Es tanta la necesidad de salir, que ya no le temen al virus. Uno tiene que valorar las cosas cuando las tiene, sin necesidad de que pase algo para que lo haga, por ejemplo la buena convivencia.
Uno en el apuro se olvida de las buenas costumbres. Creo que uno está tan mecanizado que no valora lo que tiene, que la vida es salir, enojarse y desenojarse; estamos tan automatizados que perdemos hasta la observación de lo cotidiano.
Ir más despacio hace que se observe mejor las cosas.
Me pasó que me reconecté con un montón de cosas que hace mil años no hacía, redescubrí un montón de cosas que en lo cotidiano quedan relegadas.
Es como que salgo y disfruto de Ia ciudad. El aire se fue purificando.
Gracias a Dios todavía lo tenemos. Al no vivir el ritmo alocado, me puedo ver de forma más transparente y darme cuenta en lo que pienso, tratar de tener esos momentos de detención, la maravilla no es lo que uno dice sino que lo enchufas a la corriente divina.
No son las palabras, son los instantes de desconexión.
Vivir con consciencia, vivimos mejor.
Algo que me ayudó en esta cuarentena, mal de muchos es consuelo de tontos, es saber que hay otros que están peor, hace que sienta menos lastima.
Cuando empezó Ia cuarentena tenía ganas de salir. Recordé Ia historia de un tío de mi padre, estuvo casi un año sin poder salir del sótano, no veía Ia luz del sol, tengo Ia suerte de ver el aire libre, no tengo un montón de problemas, no tengo Ia amenaza que caiga una bomba, tengo un techo en mi cabeza.
Uno se olvida de lo que tiene y de lo afortunada que es.
Hay tanta gente que no tiene las posibilidades que uno tiene. Siento que me quejo de Ilena que no tengo excusa para no ponerle onda.
Este virus es benévolo, es letal para algunas personas acotadas.
¡Lo que sufrieron otros!, no estamos preparados para viajar a Marte, no hay quien se banque ese aislamiento. Desde que se abrió Ia cuarentena, yo salgo únicamente para los suministros, me auto-cuarenteno, porque sé que Ia cosa no está bien, me preocupa el futuro, Ia situación va a ser muy complicada para muchísima gente, en el aspecto económico.
Es deplorable, hay dos pibes youtubers, hablaban de sus viajes, hay gente que ni se lo plantea.
No pueden ir a cenar fuera con su familia, eso es extremadamente frustrante.
El salir a Ia calle y encontrarse con Ia indigencia, me da cosa. Ver gente que se muere de frío.
Es injusto, que pase lo que pasa. Hay asentamientos debajo de Ia autopista, es gente que dejó su alquiler y ahora vive debajo de un puente. Niños que viven en la calle.
El trabajo anual, “La participación”, guiada a través de preguntas, analiza ciertas dificultades cuando uno se predispone al cambio, veo que el freno está en ideas, pensamientos, mandatos culturales o familiares, que dictaminan lo que es correcto. Sin embargo he ido trabajando, cambiando hábitos y flexibilizando creencias.
Al ir trabajando en tener más presente al otro, al entorno, se permanece más consciente del presente.
Posteriormente con la Ilegada del aislamiento y Ia cuarentena las circunstancias que tocaron vivir cambiaron, he tratado transitar este momento con esperanza, para transmitir equidad y egoencia, fortalecer la templanza para mantener el equilibrio psico-emocional y físico de los que me rodean.
Lamentablemente por momentos me quiebro ante injusticias de política social y entonces
genero dolor con Ia exposición de creencias subjetivas.
Sin embargo, vuelvo aferrándome a Ia comunicación, conversaciones positivas para el mejor entendimiento con el otro; de Ia mano del estandarte de Ia oración para transmitir fuerza, energía sana al entono, en este momento que transitamos.
El trabajo interior ha sido puesto en práctica en el entorno más cercano, que es la familia, que como buen espejo muestra si es teoría o está en práctica. Si se ve reflejado en Ia vivencia con armonía.
Concluyendo retrospectivamente puedo ver que a través de la oración, Ia comunicación positiva, las prácticas de egoencia y equidad, logro transmitir fuerza, permanecer inclusiva, participativa y reflejarlo en el aquí y el ahora.
De esta forma dar la armonía al presente como momento irrepetible, sagrado, tanto a nivel diario, del entorno importante, de la humanidad fundamental, hasta lo trascendente y desconocido.
Se percibe la alegría de la gente en los contactos virtuales. Se sintió tanto en el grupo de oración como en el de la reunión del 25/07, algunos hijos no pudieron acceder a estas reuniones debido a la cantidad de hijos que se anotaron.
Durante las semanas de receso que tuvimos la reunión de trabajo anual nos estuvimos enriqueciendo con la mirada de los demás compañeros de grupo, lo que nos sirvió para ampliar nuestro punto de vista y la experiencia.
Muchas de las preguntas que surgieron durante las reuniones semanales las volvimos a consultar para mantenerlas presentes durante el receso.
Algunos de los hijos se dieron cuenta en esta experiencia lo poco que necesitan para vivir y creen que la tarea que debemos realizar es estar presente, asistir desde los puntos de acción que tenemos y mejorar el tipo de respuesta que damos, acompañar y asistir desde donde nos toca estar.
Las largas horas de introspección en el hogar ayudan a mantenerse centrado y estar en armonía con la situación que nos toca vivir, estar en armonía con el universo, ver qué generamos y qué pensamientos y sentimientos tenemos.
Algunos hijos creen que el hartazgo que viven algunos pasa porque en un principio la gente estaba convencida que era por poco tiempo y que el esfuerzo que se hizo durante el principio de la cuarentena se “siente” que no sirvió.
Se ve que hay mucha aglomeración de gente en la calle y nos surge la crítica, pero luego nos ponernos en su lugar y repensamos la situación, luego de ver la necesidad de la gente de salir y la necesidad de espacio.
Hay que valorar lo que uno tiene sin la necesidad de que ocurra un evento como este para que nos haga verlo. Creemos que esto fue una buena práctica para valorar aquellas cosas que hoy en día no se tienen como poder salir a un bar y conversar o las buenas prácticas que se dan en la relación con los demás.
Uno estaba tan mecanizado antes de la pandemia que uno no valoraba lo que vivía, los distintos matices de la vida se perdían en la rutina. Se perdía la observación de las cosas simples por estar siempre viviendo a las apuradas.
Algunos hijos se reconectaron con cosas que no hacían desde hacía mucho tiempo, dedicarse a los trabajos manuales como la jardinería porque antes no se “tenía tiempo”.
La situación hace que uno trabaje a otra velocidad, hace que uno sea más productivo y tenga más tiempo para hacer las cosas que a uno le hacen bien. Y esto está bueno porque hace a la calidad de vida de uno. Pero sabemos que hay muchos que no viven esta situación.
Se siente que estamos utilizando menos energía física y solo energía mental, ya que no nos desplazamos y por eso el tiempo nos rinde más también. La tecnología nos permite desplazarnos entre grupos de reuniones/trabajos y no tener que desplazarnos físicamente.
Se percibió que al no desplazarnos físicamente el cuerpo no consume tanta energía como antes y más allá de que uno se cuide durante la cuarentena se percibe que igualmente uno aumenta de peso o percibe “rollitos”.
El hecho de que la ciudad esté tan quieta hace que cuando uno sale a caminar disfrute la ciudad y el aire esté más límpido. Y esa claridad y tranquilidad hace que uno también se pueda ver más transparentemente y pueda conectarse de mejor manera con la corriente divina que nos permite transformarnos y transformar el entorno en que vivimos.
En un principio la dimensión de las tristes consecuencias que trajo esta epidemia nos asolaba. Con el tiempo Ilegamos ver con más claridad y eso nos Ilevó a estar más atentos, presentes, y a no olvidar a quienes más sufren. Hubo que entender que nuestros proyectos en parte debían ser postergados, y también aprender a agradecer la bendición de estar bien, de tener salud, un hogar, el alimento cada día, el trabajo.
Durante el transcurso de la cuarentena hubo momentos que fueron difíciles de pasar porque uno no quería estar más encerrado, pero al saber que había gente que tenía que pasar peores situaciones pudimos recapacitar sobre la situación propia y encarar esta vivencia de otra forma.
Esta circunstancia que nos toca vivir modifica totalmente las expectativas que teníamos en todos los aspectos, aprendimos a visualizar las quejas que no tenían lugar, si uno mira el contexto global.
En verdad vivimos una oportunidad de hacer vida la renuncia, el amor y la entrega a las almas, nuestra vocación de ofrenda y servicio. La oportunidad de dejar de lado el ámbito mental donde muchas veces Ilevamos la vida espiritual, para hacerla nuestra propia vida.
Damitas:
Damita N°1 Irina Olmos
Damita N°2 Francisca C. Vicente Masan Damita N°3 Diana Celia Barreiro Damita N°4 Isabel Muñoz
Damita N°5
Damita N°6
Damita N°7 María Victoria Ciarla
Escuderos:
Escudero N°1 Ricardo R. Suarez Escudero N°2 Alan Jorge Mizrahi Escudero N°3 Alejandro Traverso Escudero N°4
Escudero N°5
Escudero N°6
Escudero N°7 Daniel Mermoz