Trabajo Anual 2023 – Tabla 68 de Ordenados de Posadas, Argentina
Esto es lo que tengo ahora. Y lo dejo ir.
Si bien para cada ser humano, la vida puede tener un sentido diferente de acuerdo a su historia personal y a su circunstancia, podemos decir que venimos y vamos a Dios pero que, además, como entidad espiritual encarnada estamos realizando una experiencia humana de aprendizaje juntos, unidos a toda la Humanidad.
Los miembros de Cafh, por nuestro compromiso y práctica de desenvolvimiento estamos conectados a la Gran Corriente y así participamos de la Gran Obra de acuerdo a la Idea Madre correspondiente para esta era.
Es una gracia y un don que cada alma en Cafh cuente con medios adecuados para su desenvolvimiento espiritual. Por tener acceso y mantener la fidelidad a las Enseñanzas fundamentales de la Idea de la Renuncia plasmamos, practicamos lo que vamos comprendiendo. En este trabajo cotidiano vamos buscando el sentido trascendente que queremos dar a nuestra vida. Contamos con la libertad y la responsabilidad para pensar, sentir y hacer, pero también con el compromiso íntimo de obediencia a lo que hemos elegido como vocación de ofrenda, lo cual nos da un sentido de servicio a toda la Humanad.
Así como los latidos del corazón que se contraen y expanden, realizamos un trabajo constante de ir a nuestra interioridad a conectarnos con lo divino y a buscar serenidad, armonía y paz para luego volver a dar lo que tenemos, para materializar en acciones concretas de servicio esa armonía, confianza, serenidad que hemos atesorado, tanto como fe y esperanza en las posibilidades de cada ser humano. Este movimiento o dinámica individual nos proponemos que sea consciente y permanente, de la conciencia al corazón, y desde el corazón a la Humanidad. Lo esencial es el sentido que damos a este movimiento. Podríamos decir que estamos ofrendando aquí y ahora la armonía homogénea de los valores humanos y divinos que estamos en condiciones de expresar, en la medida de nuestras posibilidades.
Para ello contamos con la Orientación Espiritual, como orientados y orientadores, dos caras de la misma moneda que podría enriquecerse con encuentros-talleres que ayuden a actualizar esta práctica.
Ir hacia lo desconocido de nuestro ser, mantener activo el proceso de autoconocimiento y auto transformación, es uno de los desafíos más motivadores a nuestro alcance.
Nos dice David del Rosario –en su libro “El libro que tu cerebro no quiere leer”-: Me he dado cuenta que, si queremos emprender, ser felices, buenos padres, alumnos, trabajadores, lo vamos a tener que hacer con la mente y el cerebro que tenemos y no sabemos cómo funciona…No vemos el mundo: el cerebro se imagina el mundo y lo compara con lo que le dicen los sentidos.
Vivimos como si fuésemos capaces de captar la realidad tal como es, la ciencia nos muestra que no es así. Nuestras neuronas construyen como pueden una imaginación del mundo, fundamentalmente con tres elementos: experiencia pasada, expectativas de futuro y base genética. Se afirma que la genética de las personas, es idéntica en un 99,9%. Nos podemos preguntar ¿por qué nos creemos diferentes, siendo que nos diferencia sólo el 0.1% a los unos de los otros? Desarrollar nuestra conciencia de ser en unidad es el paso consecuente, desafío movilizador que nos interpela desde el silencio y nos mueve a la acción.
En otro aspecto, la mayoría de las personas somos analfabetas emocionales. Si no conocemos las emociones, si no sabemos qué nombre ponerle a lo que sentimos, entonces tampoco podemos conectar con nuestro sentir más profundo. Precisamos incrementar nuestro vocabulario emocional y utilizarlo activamente.
Cuando experimentamos una emoción, una señal eléctrica pasa por nuestro cerebro y se traduce en una sensación física. Las respuestas físicas pueden ser variadas: músculos del estómago contraídos, ritmo cardiaco acelerado, boca seca, manos sudorosas, frio, piernas temblorosas, nudo en la garganta, falta de equilibrio, ponerme a reir o llorar. Muchas emociones son inconscientes. En ocasiones, primero las sentimos físicamente y luego atraviesan a la conciencia, otras veces es el pensamiento quien las origina.
Encontrar el vínculo entre emociones y acciones es otro desafío que demanda nuestra atención. Las emociones son impulsos a la acción. Si ponemos atención vamos logrando conectar lo que pensamos, con lo que sentimos –que muchas veces no coincide con lo que creemos que debemos sentir- y lo que hacemos. Es importante vincular la emoción que sentimos con la acción que habitualmente tomamos para que la siguiente vez que se presente el estímulo, logremos cambiar nuestra respuesta, si la misma nos resulta inadecuada.
Igualmente se recomienda identificar detonadores, por ejemplo: qué nos hace perder el control, qué cosas nos ponen de mal humor, qué acciones activan lo mejor o lo peor en uno, entre otras.
Llevar un diario de emociones nos puede ayudar a conocerlas, para registrar eventos que detonan emociones fuertes y poder así describir las reacciones que tenemos.
Y, por cierto, identificar el efecto de nuestras emociones en los demás es la acción consecuente. Nuestras emociones, tienen innegables efectos en las personas a nuestro alrededor, en las relaciones que establecemos. Las emociones se comparten, si estoy serena ayudo a la paz del ambiente en que me encuentro.
Identificar nuestras emociones es un trabajo de tiempo completo.
El autoconocimiento, como luz que se aleja cuando parece que la alcanzamos, nos hace más eficientes en nuestra diaria labor, es como un atajo que hace el camino más corto, nos permite aprender de nuestros errores con agilidad, libera tiempo y energía que podemos dedicar a desarrollar empatía, confianza, honestidad.
Revitalizamos la Obra de Cafh en el mundo cuando abrimos nuevos surcos en el conocimiento de nosotros mismos y los compartimos.
Cafh es una Obra Divina dentro del Plan Divino y tiene como misión plasmar la mística del futuro para la humanidad, la Mística del Corazón en concordancia con la Ley de la Renuncia.
En la era de Acuario se desarrolla la egoencia del ser, valor por excelencia que supone manifestar un despertar de conciencia de los valores humanos y divinos. Es un modo de vida de armonía, paz, participación, empatía y amor por la totalidad de la creación.
Tenemos que hacer esta obra con nuestros propios medios.
Para esto revivimos nuestra confianza interior como destino en el propio desenvolvimiento compartiendo la experiencia con todas las almas.
Iniciamos un proceso de despertar de la conciencia y el amor y trabajamos para que no se detenga. Realizamos ejercicios ascéticos y místicos, para incluir en nosotros cada vez más realidad. Así ampliamos el horizonte a cada instante, siempre buscando el “Quién, Cómo y Cuándo”
Trabajamos por la integralidad de la Gran Obra desde el silencio interior de no ser nada, para ser en todos y en todo.
Somos una reunión de almas, constituimos un Cuerpo Místico, los Hijos e Hijas somos Cafh. Buscamos el gran templo de Cafh, damos toda nuestra vida para realizar en nosotros lo que anhelamos para la humanidad. Con esta labor interior posibilitamos como corredentores el advenimiento de la divina encarnación.
Desde el momento en que reconocimos en nosotros el anhelo por ser mejores, la Llamarada, nos abocamos a confirmar ese llamado interior.
Nuestra búsqueda de libertad será completa cunado todas las personas se consideren interiormente libres. Esta idea nos llevó a describir la libertad como color, símbolo, virtud y sensación.